La semana estaba avisando y fue precisamente la noche del día 12, justo después de la cercavilla, cuando empezó a llover. Sólo fue un miserable cuarto de hora, pero suficiente para que se tuviera que suspender el baile de Festa Major.
Algún vecino pensó «que bien, esta noche podré dormir», pero la verdad es que fue una putada para todos los que esperaban empezar a bailar a tope.