Hace nueve dias se celebró la fiesta de Sant Antoni en Lliçà d’Amunt. Este día es especial para mi, ya que cada año saco mi cámara he intento hacer alguna foto interesante. El tema es siempre el mismo (aquí podríamos hablar de por qué una tradición se basa en que sea siempre lo mismo, año tras año), y cada vez intento verlo desde algún prisma diferente.
Ese día estaba un poco espeso. Sería porque la organización, en un alarde de proteccionismo, había puesto por lo menos 100 vallas protectoras de color amarillo (jodiendo los mejores encuadres); sería porque la previsión era de lluvia y al final no llovió…, no se, pero la realidad es que yo estaba espero y no acababa de encontrarme cómodo con el tema. Esto normalmente no es un problema ya que el reto siempre es interesante, pero hoy, no,,,
Y estaba dándole vueltas cuando me cruzo con Maria e Ignaci, que seguían la rua de animales mientras recorrían la calle principal. Maria me para y me dice que ayer estuvieron recorriendo el Camí de Les Ànimes y descubrieron una balsa donde las algas de la superficie del agua habían creado una textura increíble. Ellos habían hecho algunas fotos y me incitaban a que no dejara pasar la oportunidad de ir ver esa balsa. Wow!!!, parecía que al fin el día de Sant Antoni se iba a salvar.
Después de comer cogí la cámara, el 24-105 y también el flash, ya que la balsa posiblemente estaría en penumbra, y me encaminé hacia Les Ànimes.
En el camino me cruce con Maria e Ignaci que volvían de caminar por la zona (que inteligente es caminar).
Llegue a la balsa, estuve 15 minutos extasiado ante tanta belleza y cuando el Síndrome de Stendhal empezaba ha apoderarse de mi, todavía tuve tiempo de disparar varias fotos. Después todo fue levitar.
Gracias Maria, gracias Ignasi, este Sant Antoni también valió la pena.